Por Roi Waremkraut
El sábado 20 de mayo, Sangre Negra y Aston Virra se enfrentaron por primera vez en el campeonato, durante la fase regular, y el primero aplastó al segundo 12 a 4; un antecedente inusual de cara a la definición de un certamen. Más aún cuando se miran las estadísticas de los equipos y se vislumbra una marcada ventaja favorable a Aston Virra. El equipo azul disputó 13 partidos, de los cuales salió vencedor en 11, fue derrotado en 2 y nunca empató; mientras que Sangre Negra ganó 9 encuentros, perdió 4 y tampoco igualó.
A diferencia de lo sucedido en la etapa inicial del campeonato, el partido final fue más cerrado. La prueba más notoria es la distancia en la cantidad de goles anotados. En mayo hicieron 16 goles entre los dos y el último fin de semana sólo la metieron en cuatro oportunidades, para estampar un escaso 3 a 1. Pero las apariencias engañan y el resultado es mentiroso, porque el trámite del encuentro fue intenso y cambiante; no aburrió a nadie.
Los primeros minutos marcaron el ritmo del juego. Mucha presión en todos lados y poco espacio para la elaboración. La primera situación de peligro fue a los 6 minutos con un remate desviado de Agustín Couchez, el número siete de Sangre Negra. De a poco el equipo vestido de blanco (a pesar de su sangre) comenzó a dominar las acciones y Aston Virra se metió atrás para apostar al contragolpe. A Sangre Negra se le acabaron rápido las ideas de ataque y el azul se adelantó en la cancha para abrir el marcador en el minuto 11 de la mano de Roque Alvarado, que recibió un pelotazo a espaldas de la defensa y definió entre las piernas del arquero.
Aston Virra se volvió a retrasar en el campo para defender la ventaja, pero no lo hizo bien. Dejó avanzar demasiado a su rival y particularmente a Couchez, que igualó las cosas con un misil cruzado de media distancia. Los últimos minutos antes del entretiempo se dividieron en dos partes. Sangre Negra fue superior al principio, empujado por el gol del empate, y Aston Virra terminó mejor, presionando arriba y generando situaciones claras.
El comienzo del complemento fue un calco de la primera parte: dos equipos luchando, más preocupados por no dejar jugar a su rival que por elaborar fútbol, y un crecimiento paulatino de Sangre Negra en el control de la pelota. A falta de diez minutos para el pitazo final el protagonista más saliente del partido era sin dudas Nicolás Lazarte, el arquero de Aston Virra, que fue exigido en varias oportunidades y siempre respondió para dejar a su equipo con vida. Pero en el minuto 18, Sangre Negra se quedó con un jugador menos por la expulsión de Uriel Schatner, el delantero de punta, y el partido quedó servido para el azul.
Faltaban cinco minutos para los tiros desde el punto del penal, cuando Matías Otrera metió un derechazo abajo, contra el palo, para poner el 2 a 1 que le daba el título a Aston Virra. Sangre Negra se descontroló a partir de la expulsión, pero siguió yendo en busca de la igualdad con lo que tenía, hasta que en la última jugada Facundo Borello anotó el 3 a 1 de contrataque y dio por terminado el asunto.